San Juan de Dios (1495-1550)
La tradición sitúa su nacimiento en Montemos-o-Novo (Portugal) en 1495, si bien se cree que pronto se trasladó a España hospedándose en Oropesa (Toledo) en donde se dedicó al cuidado y pastoreo de ganado. Éste fue su primer oficio.

En dos ocasiones sale de allí para enrolarse en la vida militar, iniciando un proceso de búsqueda que le lleva a regresar a Portugal para después trasladarse a Sevilla y de allí pasar al Norte de África. La etapa más inicial en su vida es confusa y se dispone de pocos datos, si bien se intuye una actitud de búsqueda y el inicio de actos de solidaridad y generosidad a partir de su encuentro con situaciones de personas necesitadas.

En 1538 vuelve a la Península y se instala en Granada. Ejerce el oficio de librero que en la época suponía la vida de contacto en la calle y su contacto con libros de tipo religioso.

El 20 de enero de 1539, tras asistir a la Ermita de los Mártires y escuchar la predicación de Juan de Ávila, se pone en evidencia su proceso de conversión. Una fuerte reacción de disconformidad ante lo que veía en la calle, la pobreza y el sufrimiento de muchas personas. Su enajenación es tomada como locura y es recluido en el Hospital Real de Granada donde, tras contemplar el trato y situación de los enfermos, intuye su gran aportación y pide a Dios que cuando salga pueda disponer de un Hospital donde las personas reciban otro tipo de trato.

Con el apoyo y acompañamiento de quien fue después San Juan de Ávila empieza a perfilar su acción hospitalaria, recogiendo y atendiendo a cuantos encuentra en la calle. Los recursos con los que cuenta son su propia persona y las limosnas que consigue de las buenas gentes al grito de su lema: “Hermanos, haceos bien a vosotros mismos”

Era el convencimiento de que al ayudar al otro uno se ayuda también a sí mismo.

Su obra caló con rapidez y su estilo de atención a las personas enfermas y desvalidas suscitó que surgieran otras personas que se adherían a su labor, fueron sus primeros compañeros.

La obra inicial de Juan de Dios, la podemos sintetizar en los siguientes puntos:

  • Desde una especial sensibilidad humano-cristiana y social, sale al encuentro de las personas necesitadas.
  • No pone condición alguna para su asistencia, actuando con absoluta universalidad. Todo necesitado tiene derecho a ser atendido.
  • Desarrolla una asistencia cualificada, incorporando criterios y métodos de atención pioneros en la época, lo que llevó a algunos historiadores a considerarlo uno de los creadores del hospital moderno.
  • Solicita recursos a toda la sociedad, sin distinción. Solidaridad sin fronteras.
  • Aglutina a un grupo de personas que le ayudan y dan continuidad a su obra.
  • En todo ello, existe un hilo conductor claro: la atención integral a las personas enfermas y necesitadas, respetando su dignidad y defendiendo sus derechos.